La visión de la escuela consciente Terra es transformar la educación de la humanidad. Es decir, cambiar de raíz la vieja y limitada concepción que tenemos de cómo y para qué educamos. Y esto pasa por sustituir el obsoleto sistema educativo industrial por uno nuevo que dé respuesta a las necesidades y desafíos actuales. Esencialmente porque si queremos ver un cambio real en el mundo, primero tenemos que cambiar la educación. Nuestra aspiración es convertirnos en la escuela de referencia del siglo XXI.
La misión de la escuela consciente Terra es crear una red internacional e interconectada de escuelas conscientes. Vamos a convertir los colegios en lugares donde los niños aprendan a ser felices y desarrollen su potencial innato. También vamos a formar a los docentes y a los padres para que haya coherencia entre lo que se vive en clase y lo que pasa en el hogar. Y si bien comenzamos nuestro camino a nivel privado, nuestro objetivo a largo plazo es que todos los niños tengan acceso a la educación consciente.
Y los valores de la escuela consciente Terra son:
1. Despiertos y conscientes. Hemos sufrido y atravesado nuestra noche oscura del alma. Y en el proceso nos hemos comprometido con nuestro propio autoconocimiento y desarrollo espiritual. Estamos despiertos, vivimos conscientemente y somos el cambio que queremos ver en el mundo de la educación. Actuamos siempre con honestidad e integridad radicales, anteponiendo siempre las necesidades del proyecto a las de nuestro ego.
2. Amor por la educación. Consideramos que las escuelas actuales han quedado completamente desfasadas. Nuestro propósito de vida es revolucionar el sistema educativo. De ahí que nuestro compromiso sea muy a largo plazo. Gozamos de paciencia revolucionaria. Los niños han de ser los auténticos protagonistas de su proceso educativo. Trabajamos con una genuina vocación de servicio para que tengan la mejor infancia y adolescencia posible.
3. Efeliciencia. Tenemos muy claro cuál es nuestro talento y lo ponemos al servicio de una profesión que nos apasiona. Somos extremadamente organizados y proactivos. Llevamos tatuada la palabra ‘accountability’ en el corazón. Disfrutamos de nuestras funciones laborales, las cuales llevamos a cabo con eficiencia y felicidad. Nos hacemos responsables de conseguir los resultados esperados. Somos autónomos: no necesitamos control ni supervisión.
4. La mejor escuela del mundo. Somos muy exigentes, detallistas y perfeccionistas. Estamos siempre en ‘permanent beta’, cuestionando la forma en la que hacemos lo que hacemos para nunca dejar de aprender, innovar y mejorar. Hacemos autocrítica y aprendemos de nuestros errores. Estamos saludablemente obsesionados con la calidad y la excelencia. Creemos que es hora de crear el ‘Howards de Magia y Hechicería’ contemporáneo. Y lo que creemos lo creamos.
Estos cuatro valores representan la brújula interior desde la que tomamos decisiones para ser fieles e íntegros a nuestra visión y misión. En esencia, determinan nuestra cultura organizacional. Es decir, la forma en el que hacemos las cosas dentro y fuera de la escuela, estableciendo el modo en el que nos relacionamos con los alumnos, los padres, los profesores, los inversores y el resto de colaboradores.